10. RONO EN LA CLINICA I
Rono despertó de un profundo sueño. Sus párpados se abrían, pero los sentía demasiado pesados como si fueran caracoles. Rono intentó pestañear pero sus párpados seguían como pegados. Esto ya lo asustó, desde luego. Pero cuando finalmente pudo abrir sus ojos su miedo fue mayor. Primero, no sabía donde se encontraba, segundo, notó que estaba en una cama flotante de hilos de bambú. Y tercero, habían alrededor de media docena de personas vestidas con guardapolvos observándolo.
- ¿Quéputapasacá? -preguntó Rono incorporándose en la cama- ¿Y quiénes son ustedes? ¿Dóndemierdastoy?
Las personas en la habitación murmuraron algo entre ellas. Algo que Rono no pudo identificar. Tampoco pudo identificar si era de noche o de día. O qué significaba la palabra “únfusis”, la cual se le cruzó por la cabeza. En fin, y como de costumbre, Rono comenzó a sufrir pánico. Su sistema nervioso se encrispó como el lomo de la marmota húngara cuando presiente algún peligro en las selvas del Nafestá, Uruguay...
- Señor Rono -habló un hombre de los que estaban ahí-, soy el Licenciado Musseta, soy el dueño de ésta clínica y éstos son mis colaboradores: el Dr. Tolleto, médico psiquiatra. La licenciada Pauletti, psicóloga. El Dr. Mar...
- Pará pará pará un poco -interrumpió Rono- Pará un poco, viejo, ¿qué clínica...? No me digas que estoy en una clínica... ¿de qué es la clínica quiero saber eh? ¿qué me pasó qué me pasó...?
Musseta torció la boca en una mueca de impaciencia.
- Mire, está usted internado en una clínica psiquiátrica, Rono. Lo han traído porque sufrió un colapso nervioso.
- ¿En seriooo? Aylaputa, no, porqué, un colapso nervioso... Eso es... Es por haber estado comiendo demasiado picante, ya sabía yo...
- Tranquilícese. Acá nos vamos a ocupar muy bien de usted. Solo tendrá que quedarse un tiempo para que podamos evaluar se recuperación. Va a tener que tomar medicamentos.
- ¿Es un tumor? ¿Cáncer? ¿Géminis? ¿Es Lupus? ¡Es un tumor! -exclamó Rono exageradamente- ¡Yo sabía yo sabía! ¿Un colapso? ¿Qué mierda es eso? Me voy a morir, nocierto... ¿Dónde está Barbui? Quisiera hablar con él primero antes que na...
- El Dr. Barbui fue quien lo trajo, Rono -dijo la licenciada- Y lamento que lo hayamos tenido que sedar un poco pero... fue porque creíamos que podía ser peligroso... Nosotros...
- ¡Peligroso yo!
- Sí. Mire. Estuvo toda la conversación de ingreso jugando con un cubo mágico. Luego dijo varios insultos, y después arrojó el cubo por la ventana y rompió el faro delantero izquierdo de un auto estacionado. Luego pidió una botella de Jack Daniel's...
- Y hielo -recordó Rono.
- Bueno, acá no se puede beber alcohol ni nada, asíque vámos, levántese que ya es hora de tomar la mediatarde -dijo una de las enfermeras poniéndose rápidamente en movimiento. Rono la fulminó con la mirada... y luego se acordó y dijo algo:
- Osea queee... -pasó la vista por sus interlocutores- estoy en un loquero, a ver si lo entiendo bien... ¿Y todo porque tiré un cubo mágico? Fascinante...
- Comprendemos que fue debido a la frustración -aclaró Musseta- Y esto es una institución mental, no un loquero.
- ¡Qué frustración laputaquetereparió, si le faltaba un cubito de los verdes al cubo mágico de mierda ese! ¿qué querían que hiciera, eh?
Ahora bien, Rono tomaba la mediatarde en un gran salón comedor y miraba a su alrededor. Habían unas 15 personas por ahí. Rono se fastidió. “Me han internado en una clínica psiquiátrica por una equivocación. Lagranmilputa”, pensaba Rono.
En eso, se le acercó un hombre, ya mayor de edad, fumando cinco cigarrillos a la vez. Rono lo observó y luego bebió un largo sorbo de café descafeinado haciéndose el distraido.
- No se puede fumar acá -dijo el hombre.
Rono contempló un rato el interior de su taza de café. El hombre se alejó. Rono sintió una punzada de algo. Luego se levantó de la silla y se dirigió a la enfermería.
Rono despertó de un profundo sueño. Sus párpados se abrían, pero los sentía demasiado pesados como si fueran caracoles. Rono intentó pestañear pero sus párpados seguían como pegados. Esto ya lo asustó, desde luego. Pero cuando finalmente pudo abrir sus ojos su miedo fue mayor. Primero, no sabía donde se encontraba, segundo, notó que estaba en una cama flotante de hilos de bambú. Y tercero, habían alrededor de media docena de personas vestidas con guardapolvos observándolo.
- ¿Quéputapasacá? -preguntó Rono incorporándose en la cama- ¿Y quiénes son ustedes? ¿Dóndemierdastoy?
Las personas en la habitación murmuraron algo entre ellas. Algo que Rono no pudo identificar. Tampoco pudo identificar si era de noche o de día. O qué significaba la palabra “únfusis”, la cual se le cruzó por la cabeza. En fin, y como de costumbre, Rono comenzó a sufrir pánico. Su sistema nervioso se encrispó como el lomo de la marmota húngara cuando presiente algún peligro en las selvas del Nafestá, Uruguay...
- Señor Rono -habló un hombre de los que estaban ahí-, soy el Licenciado Musseta, soy el dueño de ésta clínica y éstos son mis colaboradores: el Dr. Tolleto, médico psiquiatra. La licenciada Pauletti, psicóloga. El Dr. Mar...
- Pará pará pará un poco -interrumpió Rono- Pará un poco, viejo, ¿qué clínica...? No me digas que estoy en una clínica... ¿de qué es la clínica quiero saber eh? ¿qué me pasó qué me pasó...?
Musseta torció la boca en una mueca de impaciencia.
- Mire, está usted internado en una clínica psiquiátrica, Rono. Lo han traído porque sufrió un colapso nervioso.
- ¿En seriooo? Aylaputa, no, porqué, un colapso nervioso... Eso es... Es por haber estado comiendo demasiado picante, ya sabía yo...
- Tranquilícese. Acá nos vamos a ocupar muy bien de usted. Solo tendrá que quedarse un tiempo para que podamos evaluar se recuperación. Va a tener que tomar medicamentos.
- ¿Es un tumor? ¿Cáncer? ¿Géminis? ¿Es Lupus? ¡Es un tumor! -exclamó Rono exageradamente- ¡Yo sabía yo sabía! ¿Un colapso? ¿Qué mierda es eso? Me voy a morir, nocierto... ¿Dónde está Barbui? Quisiera hablar con él primero antes que na...
- El Dr. Barbui fue quien lo trajo, Rono -dijo la licenciada- Y lamento que lo hayamos tenido que sedar un poco pero... fue porque creíamos que podía ser peligroso... Nosotros...
- ¡Peligroso yo!
- Sí. Mire. Estuvo toda la conversación de ingreso jugando con un cubo mágico. Luego dijo varios insultos, y después arrojó el cubo por la ventana y rompió el faro delantero izquierdo de un auto estacionado. Luego pidió una botella de Jack Daniel's...
- Y hielo -recordó Rono.
- Bueno, acá no se puede beber alcohol ni nada, asíque vámos, levántese que ya es hora de tomar la mediatarde -dijo una de las enfermeras poniéndose rápidamente en movimiento. Rono la fulminó con la mirada... y luego se acordó y dijo algo:
- Osea queee... -pasó la vista por sus interlocutores- estoy en un loquero, a ver si lo entiendo bien... ¿Y todo porque tiré un cubo mágico? Fascinante...
- Comprendemos que fue debido a la frustración -aclaró Musseta- Y esto es una institución mental, no un loquero.
- ¡Qué frustración laputaquetereparió, si le faltaba un cubito de los verdes al cubo mágico de mierda ese! ¿qué querían que hiciera, eh?
Ahora bien, Rono tomaba la mediatarde en un gran salón comedor y miraba a su alrededor. Habían unas 15 personas por ahí. Rono se fastidió. “Me han internado en una clínica psiquiátrica por una equivocación. Lagranmilputa”, pensaba Rono.
En eso, se le acercó un hombre, ya mayor de edad, fumando cinco cigarrillos a la vez. Rono lo observó y luego bebió un largo sorbo de café descafeinado haciéndose el distraido.
- No se puede fumar acá -dijo el hombre.
Rono contempló un rato el interior de su taza de café. El hombre se alejó. Rono sintió una punzada de algo. Luego se levantó de la silla y se dirigió a la enfermería.
- Quiero hacer una llamada -pidió a una de las enfermeras.
- No se puede.
- ¿Porqué?
- Porque no. No insista.
- Quiero insistir...
- No se puede.
- ¿Y qué hago entonces dígame?
- No lo sé. Vaya al patio y vea donde está el grupo. Vaya, únase con el grupo...
- ¿Qué grupo? ¿Hay un grupo? ¿Van a tocar acá, en la clínica? ¿Quiénes son, qué grupo es? ¿Es de rock? No me diga que son los Rolling Stones...
- Ridículo -dijo la enfermera y siguió con lo suyo.
- Gordademierda -musitó Rono. Y se fue afuera.
Pero no eran ni los Rolling Stones ni ningún otro un grupo de música al que se refería la enfermera, sino más bien el grupo de gente que estaba internada en la clínica, los pacientes, los que formaban un grupo, cada uno con sus padecimientos. Rono se acercó a una mesa donde varios compartían mate. Se presentó amigable y despreocupado. Lo recibieron con saludos... y con pedidos. Inmediatamente le preguntaron si no tenía yerba, azúcar, cigarrillos, fuego, pulseras de lana, collares de caracoles, alcauciles y un termo con agua caliente... Rono contempló los rostros de aquellas personas, pudo casi visualizar sus problemas, problemas psiquiátricos, pudo sacar una copia mental de aquellos individuos y entenderlos, sintió mucha compasión, mucha emoción, mucha empatía, cariño... y sintió también como un pájaro carpintero le picoteaba los tobillos sin parar.
- ¡Aylaputamadre!
Los demás observaban. También en eso, una paloma del tamaño de un gato pequeño se les acercó, picoteando alimento inexistente en el suelo. Uno de los internos, Paolo, padecía una grave fobia a las aves silvestres, por lo que se levantó de la silla y comenzó a perseguir a la paloma moviendo los brazos y haciendo extraños ruidos.
- ¡Dejá de asustar pájaros, Raúl! -le gritó Gina, otra paciente de la clínica, que estaba por abuso del jabón en polvo. Simplemente nunca era suficiente para ella cuando lavaba la ropa. Y por eso utilizaba mucho jabón en polvo... En fin, Gina salió corriendo detrás del fóbico Paolo.
- ¡Raúl! -gritó nuevamente.
- Se llama Paolo -la corrigió Javier.
- Bueno, como se llame, que deje de asustar pájaros. Está todo el tiempo asustando pájaros. No hacen daño. Me tiene cansada, mirá...
De pronto, mientras se sacudía reiteradas veces la pierna para alejar al pájaro carpintero que insistía en picotearlo, Rono gritó:
- ¡Raúl Paolo, dejá de asustar la paloma pelotuda esa y vení a gritarle a éste hijodeputa que tengo en el pie porfavooor! Los pájaros que no te hacen nada... ya lo creo -se quejaba Rono.
Para nada sorprendidos ni inquietos, los demás tomaban mate.
- ¿A quién le toca? - preguntó Rono.
- A Florencia -dijo Florencia- Jijiji...
Paolo regresó y pidió un cigarrillo.
- Hay uno que tiene cinco... encendidos... se me acercó recién, pedíle a él -comentó Rono de paso mientras le pasaban un mate. Todo volvió a la normalidad por ese momento.
"Asíque si les decís algo... se comportan", pensó Rono.
- Ta frio, ta frío... -dijo.
Pasaron unos días, todos convivían en cierta armonía. Se habían creado uniones entre algunos. Otros preferían andar solos. La clínica no era un mal lugar para descansar después de un supuesto colapso nervioso, pensaba Rono. También se acordó del cubo mágico. La ira lo invadió, pero se contuvo. La frustración lo atacó, pero la ignoró... la vejiga se le aflojó, y se meó encima. Putamadre. Pero lo cierto es que estaba ya acostumbrándose a todo aquello. Había hablado con Barbui y estaba más tranquilo. Lo había visitado su amigo personal Chonle Rábbita, a quien conocía desde que eran bebés. Todo parecía estar bien y dentro de los indefinidos límites de la normalidad.
Hasta lo de la foto.
Sí. Lo de la foto marcó un antes y un después. Todos se vieron involuntariamente afectados por lo que pasó el día que tomaban una foto del grupo de pacientes frente a la gran chimenea que estaba en el centro del salón comedor.
Las enfermeras se peinaban, las mujeres se arreglaban... Todos saldrían en la foto, asíque los agruparon frente a la gran hoguera. Una hoguera de esas antiguas que contenía grandes y gruesos leños encendidos para apalear el duro frío de ese invierno.
Ahora bien. Hay que decir, hay que decir que Rono fue un protagonista inocente. Nunca tuvo la intención de hacer nada malo, pero, bueno... es Rono.
El fotógrafo se encontraba preparándose para tomar la foto y la caldera emitía mucho calor. Les pidió a todos que se ubicaran según su tamaño para que saliera todo el grupo mejor en la fotografía. Esa foto después sería colgada en la pared noroeste de la sala, donde se encontraban muchas otras de otros grupos. Había una en la que aparecía un caballo junto a los pacientes. Era una de esas viejas imágenes color magenta. Era una antiquísima casa estilo Farástula, de finales del siglo XVIII. Por eso las chimeneas eran de esas que poseen una especie de parrilla curvada hacia arriba para contener los leños, que eran traídos a mano desde la lejana Austria.
Ahora bien, Rono no lograba hacer pie. Él quería aparecer detrás de todos, pero su altura no le daba. Así como los habían ubicado, Rono tenía que ir en la fila del medio. Pero no quería estar al lado de Wendy, la anciana norteamericana que fastidiaba a todo el mundo con la única palabra en español que conocía: pizarrón. Asíque se le ocurrió una idea. Se pararía en la punta de la parrilla para sobresalir por sobre las cabezas que lo tapaban, y así salir bien en la foto. Y lo hizo.
Lo que sucedió a continuación fue una tragedia involuntaria con suerte.
Rono primero apoyó un pie en el canto de la parrilla para ver si no se quemaba mucho con los encendidos leños. Luego subió el otro pie y quedó parado sobre ella. La parrilla hizo palanca y se curvó, abalanzándose hacia afuera de la chimenea desparramando los grandes leños en llamas por el salón. Los que posaban no tenían la menor idea de lo que estaba sucediendo detrás de ellos y pronto comenzaron a toser y correr por todos lados para escapar del espeso humo blanco y gris, provocando una estampida psiquiátrica. No estaría de más decir que fue una locura todo en aquel momento.
Rono entró en pánico inmediatamente, y antes de que se dispersara el humo y la confusión, corrió hasta la cocina y simuló no estar enterado de nada. Estaba sentado en una silla con un vaso de agua caliente en sus manos.
Y cuando ya todos parecían saber lo que había ocurrido, Rono salió de la cocina fingiendo asombro y preocupación.
- ¿Pero quéputapasa eh? -dijo haciéndose el disimulado y el pelotudo.
- No se puede.
- ¿Porqué?
- Porque no. No insista.
- Quiero insistir...
- No se puede.
- ¿Y qué hago entonces dígame?
- No lo sé. Vaya al patio y vea donde está el grupo. Vaya, únase con el grupo...
- ¿Qué grupo? ¿Hay un grupo? ¿Van a tocar acá, en la clínica? ¿Quiénes son, qué grupo es? ¿Es de rock? No me diga que son los Rolling Stones...
- Ridículo -dijo la enfermera y siguió con lo suyo.
- Gordademierda -musitó Rono. Y se fue afuera.
Pero no eran ni los Rolling Stones ni ningún otro un grupo de música al que se refería la enfermera, sino más bien el grupo de gente que estaba internada en la clínica, los pacientes, los que formaban un grupo, cada uno con sus padecimientos. Rono se acercó a una mesa donde varios compartían mate. Se presentó amigable y despreocupado. Lo recibieron con saludos... y con pedidos. Inmediatamente le preguntaron si no tenía yerba, azúcar, cigarrillos, fuego, pulseras de lana, collares de caracoles, alcauciles y un termo con agua caliente... Rono contempló los rostros de aquellas personas, pudo casi visualizar sus problemas, problemas psiquiátricos, pudo sacar una copia mental de aquellos individuos y entenderlos, sintió mucha compasión, mucha emoción, mucha empatía, cariño... y sintió también como un pájaro carpintero le picoteaba los tobillos sin parar.
- ¡Aylaputamadre!
Los demás observaban. También en eso, una paloma del tamaño de un gato pequeño se les acercó, picoteando alimento inexistente en el suelo. Uno de los internos, Paolo, padecía una grave fobia a las aves silvestres, por lo que se levantó de la silla y comenzó a perseguir a la paloma moviendo los brazos y haciendo extraños ruidos.
- ¡Dejá de asustar pájaros, Raúl! -le gritó Gina, otra paciente de la clínica, que estaba por abuso del jabón en polvo. Simplemente nunca era suficiente para ella cuando lavaba la ropa. Y por eso utilizaba mucho jabón en polvo... En fin, Gina salió corriendo detrás del fóbico Paolo.
- ¡Raúl! -gritó nuevamente.
- Se llama Paolo -la corrigió Javier.
- Bueno, como se llame, que deje de asustar pájaros. Está todo el tiempo asustando pájaros. No hacen daño. Me tiene cansada, mirá...
De pronto, mientras se sacudía reiteradas veces la pierna para alejar al pájaro carpintero que insistía en picotearlo, Rono gritó:
- ¡Raúl Paolo, dejá de asustar la paloma pelotuda esa y vení a gritarle a éste hijodeputa que tengo en el pie porfavooor! Los pájaros que no te hacen nada... ya lo creo -se quejaba Rono.
Para nada sorprendidos ni inquietos, los demás tomaban mate.
- ¿A quién le toca? - preguntó Rono.
- A Florencia -dijo Florencia- Jijiji...
Paolo regresó y pidió un cigarrillo.
- Hay uno que tiene cinco... encendidos... se me acercó recién, pedíle a él -comentó Rono de paso mientras le pasaban un mate. Todo volvió a la normalidad por ese momento.
"Asíque si les decís algo... se comportan", pensó Rono.
- Ta frio, ta frío... -dijo.
Pasaron unos días, todos convivían en cierta armonía. Se habían creado uniones entre algunos. Otros preferían andar solos. La clínica no era un mal lugar para descansar después de un supuesto colapso nervioso, pensaba Rono. También se acordó del cubo mágico. La ira lo invadió, pero se contuvo. La frustración lo atacó, pero la ignoró... la vejiga se le aflojó, y se meó encima. Putamadre. Pero lo cierto es que estaba ya acostumbrándose a todo aquello. Había hablado con Barbui y estaba más tranquilo. Lo había visitado su amigo personal Chonle Rábbita, a quien conocía desde que eran bebés. Todo parecía estar bien y dentro de los indefinidos límites de la normalidad.
Hasta lo de la foto.
Sí. Lo de la foto marcó un antes y un después. Todos se vieron involuntariamente afectados por lo que pasó el día que tomaban una foto del grupo de pacientes frente a la gran chimenea que estaba en el centro del salón comedor.
Las enfermeras se peinaban, las mujeres se arreglaban... Todos saldrían en la foto, asíque los agruparon frente a la gran hoguera. Una hoguera de esas antiguas que contenía grandes y gruesos leños encendidos para apalear el duro frío de ese invierno.
Ahora bien. Hay que decir, hay que decir que Rono fue un protagonista inocente. Nunca tuvo la intención de hacer nada malo, pero, bueno... es Rono.
El fotógrafo se encontraba preparándose para tomar la foto y la caldera emitía mucho calor. Les pidió a todos que se ubicaran según su tamaño para que saliera todo el grupo mejor en la fotografía. Esa foto después sería colgada en la pared noroeste de la sala, donde se encontraban muchas otras de otros grupos. Había una en la que aparecía un caballo junto a los pacientes. Era una de esas viejas imágenes color magenta. Era una antiquísima casa estilo Farástula, de finales del siglo XVIII. Por eso las chimeneas eran de esas que poseen una especie de parrilla curvada hacia arriba para contener los leños, que eran traídos a mano desde la lejana Austria.
Ahora bien, Rono no lograba hacer pie. Él quería aparecer detrás de todos, pero su altura no le daba. Así como los habían ubicado, Rono tenía que ir en la fila del medio. Pero no quería estar al lado de Wendy, la anciana norteamericana que fastidiaba a todo el mundo con la única palabra en español que conocía: pizarrón. Asíque se le ocurrió una idea. Se pararía en la punta de la parrilla para sobresalir por sobre las cabezas que lo tapaban, y así salir bien en la foto. Y lo hizo.
Lo que sucedió a continuación fue una tragedia involuntaria con suerte.
Rono primero apoyó un pie en el canto de la parrilla para ver si no se quemaba mucho con los encendidos leños. Luego subió el otro pie y quedó parado sobre ella. La parrilla hizo palanca y se curvó, abalanzándose hacia afuera de la chimenea desparramando los grandes leños en llamas por el salón. Los que posaban no tenían la menor idea de lo que estaba sucediendo detrás de ellos y pronto comenzaron a toser y correr por todos lados para escapar del espeso humo blanco y gris, provocando una estampida psiquiátrica. No estaría de más decir que fue una locura todo en aquel momento.
Rono entró en pánico inmediatamente, y antes de que se dispersara el humo y la confusión, corrió hasta la cocina y simuló no estar enterado de nada. Estaba sentado en una silla con un vaso de agua caliente en sus manos.
Y cuando ya todos parecían saber lo que había ocurrido, Rono salió de la cocina fingiendo asombro y preocupación.
- ¿Pero quéputapasa eh? -dijo haciéndose el disimulado y el pelotudo.