20161009

Aventuras de Rono vol. 3 [episodio 10-parte 2]


10. RONO EN LA CLINICA II

A Rono ya le empezaba a hacer efecto la medicación. Tomaba determinados medicamentos durante el día, le daban priorato de tefulmina, resina de ocre, surumina 24 miligramos, ateína, jarabe de guante... y menta cristal. Todas estas drogas eran para tratar de corregir el comportamiento errático de Rono. Pero tenían efectos secundarios que a él le pegaban siempre mal. Andaba por ahí imitando animales, cantaba en idiomas extranjeros, se le secaba la boca, tartamudeaba... En fin, parecía un hombre fuera de sus cabales, un idiota, un demente de a ratos por así decirlo. Pero como no era el único víctima de las pastillas en la clínica, se consolaba pensando que todo aquello iba a acabar cuando terminara su tratamiento. Un joven paciente neocelandés estaba aprendiendo a caminar por las paredes, para sorpresa de muchos, y una mujer que tenía ya cuatro hijos estaba desarrollando una inexplicable habilidad para concebir mediante palabra.



Así es que una tarde, mientras entonaba el himno de Alemania en portugués, notó un tumulto en el patio interno. Un interno había intentado escaparse trepando el viejo y grueso y alto portón, pero lo habían descubierto a tiempo las enfermeras de turno. Lo convencieron de que bajara del portón y viniera a tomar la leche, vamos que se enfría, dele, apúrese, baje ya de ahí... Rono quedó de una pieza ante el hecho. Los demás pacientes aplaudían y zapateaban...

Lo cierto es que la perspectiva de que alguien pudiese burlar la escasa seguridad que había en la clínica y lograr salir... eso estaría bueno, pensaba Rono.



Y ahí, ahí en ese momento decidió comenzar su plan para escaparse él mismo.



Lo primero que hizo fue tratar de conseguir algo para cavar un túnel desde su habitación hasta el gran portón de salida. Y ahí trepar como lo había hecho aquel interno.



Consiguió una herramienta al menos: un tenedor de plástico descartable. Pensó rápidamente cómo utilizarlo para empezar su túnel hasta el portón. A los 3 días se convenció de que era imposible. Tal vez un martillo neumático y una pala. Pero no, no, haría mucho ruido eso. Una cuchara, ahí está, una cuchara, como en las películas de los que se escapaban de cárceles. Sí, eso es. Consiguió una con el pretexto de que quería hacerles a los demás un truco mental y doblarla, pero al rato la estaba ocupando para comerse un flan... Su plan se desvanecía día a día cuando finalmente dio con la idea exacta. Le pediría al hombre que caminaba por las paredes que lo llevase hasta el techo, ahí abrir un agujero, trepar por él y luego saltar... hasta su habitación para cavar el túnel.


- ¡No laputamadre, lo del túnel no! -se enojó Rono consigo mismo.


Decidió esperar hasta el día domingo, en la hora de las visitas cuando todo el mundo estaba distraído, él se escabulliría hasta la enfermería, se pondría un guardapolvo, unos lentes falsos, dientes de drácula, y saldría al patio como si nada. Ya una vez en el patio con su disfraz vería cómo hacer para cavar el túnel debajo del portón...


- ¡Perolaputaquemeparió! ¡Ningún túnel, ningún túnel! -se fastidió.

Al poco rato de comenzado el horario de las visitas en el día domingo, Rono se puso en marcha para ejecutar su plan.

Una telaraña que había en el marco de la puerta de la enfermería anuló todas sus chances. Rono no les temía a las arañas. Eran las telas que éstas tejían tan ingeniosamente las que lo paralizaban por completo.

Buscó alguna otra forma de ingresar. Se tiró al piso cuerpo a tierra y empezó a deslizarse usando los codos hacia la entrada.

Un bicho bolita le hizo abandonar casi todas sus esperanzas.

- ¿Qué es lo que pretende hacer? -lo descubrió una enfermera- ¿adónde cree que va usted, mmm?
- Nada -dijo Rono- se me cayó un lente de contacto.

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