RONO LIBRE
Los
últimos días en la clínica no fueron fáciles para Rono. Lo
sometieron a toda clase de exámenes. Incluido uno de próstata...
Pero el más importante de todos, el mental, se llevó a cabo con
extremada precaución para evaluar el estado de Rono. Se convocó a
una especie de grupo de profesionales, psiquiatras de altísima
reputación, traídos desde Viena.
Al
fin y al cabo aparentemente le salió todo bien. Le dieron un
diagnóstico reservado, en clave, y en un par de días se marchó a
su casa.
Ahora
bien, según las variadas especulaciones de los médicos, Rono no
tenía un problema grave. Era más bien su naturaleza lo que lo
llevaba a comportamientos a veces demasiado excéntricos para
algunos. Simplemente, él no podía hacer nada al respecto, y eso
motivaba a pensar que no estaba en completo dominio de sus facultades
mentales.
Y
recordemos que Rono había pasado por situaciones de estrés graves,
viajes en el tiempo, lo secuestraron por error, se casó con la
negrita, su perro lo volvía loco... en fin, no era fácil ser Rono y
mantenerse bajo control con todo eso encima. A raíz de este breve
análisis, el Dr. Barbui decidió otorgarle a su protegido algo que
compensara sus disgustos en sus aventuras, algo que hiciera renovar a
Rono, que lo reseteara... Si bien la clínica había sido una
elección válida para tratar de establecer un poco de luz sobre la
persona de Rono y los resultados de su comportamiento, no había sido
determinante para saber qué clase de rumbo debía tomar. Barbui
penso en mandarlo de vacaciones donde él quisiera, que eligiera un
lugar y la compañía que deseara, ya fuera su esposa, su perro, un
amigo, diez amigos, un cactus, un yo-yo, lo que él deseara.
Se
comunicó al teléfono móvil de Rono para saber su ubicación. Sonó
tres veces y atendió.
-
Hola.
-
Hola -saludó Barbui- ¿cómo anda, sí? Mire, mire, le tengo una
sorpresa. A ver si adivina...
Rono
pensó rápido. A los 17 minutos cortó el silencio.
-
¡Me gané el PRODE! -se agitó emocionado- ¡Dígame que me gané el
PRODE! ¡Esa es la sorpresa! Por diooosss... cuánto he esperado este
momento, no tener que pensar más en la guita, dedicarme a lo que me
gusta, salir de compras, irme de viaje, tener una cabaña en el
río...
-
Pero qué dice -interrumpió Barbui- ningún PRODE, eso ya no existe,
no se ha ganado nada. Además, usted viaja, vive, y hace lo que le
gusta sin tener que usar dinero. ¿Cuándo ha manejado dinero, a ver?
No sea ridículo.
-
Bueno y cuál es la sorpresa entonces eh... no me venga con una de
las suyas, doctor, por favor, que recién salgo de un loquero por su
culpa...
-
Quédese tranquilo. Esto le va a gustar.
-
Voy a ir al programa de Susana Giménez, ¿eso es? Porque me gustaría
ir...
-
No, no es eso.
-
¡Ya sé, ya sé! Me van a dar el premio nobel de cetrería.
-
Deje de decir estupideces, quiere -se impacientó Barbui- Ningún
premio.
-
Bueno y para qué me dice que adivine entonces, viejo...
- Le
voy a dar unas vacaciones. Donde quiera, con quien quiera, el tiempo
que sea. Haga lo que desee por un tiempo y después nos volveremos a
encontrar para más detalles sobre su futuro, qué le parece.
Rono
se quedó en silencio un par de minutos. Luego dijo:
-
¿Donde quiera y con quien quiera? ¿En serio me lo dice?
- En
serio -le confirmó Barbui- Haga lo que le venga en gana, querido
Rono. Eso sí, le advierto que va a quedar librado a su propia
cuenta. Yo no estaré a su alcance mientras tanto. Asíque cuide bien
lo que hace y todo eso, me comprende, sí...
Rono
finalizó la conversación, pensando en algo que quisiera hacer,
donde ir, con quien ir, etc. Se puso a buscar en internet, algo, no
sé, un lugar, una película en el cine, una página sobre la
fermentación del hasrani, fruta tropical del sudoeste de Asia que
poseía grandes virtudes como laxante. Al rato se quedó dormido en
el sillón. Despertó babeado y transpirado y sobresaltado. Había
soñado que él y su perro estaban en Egipto, contemplando las
maravillosas pirámides.
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