Rono entró al bar sin fijarse bien y se tragó el segundo escalón. Venía con botas y las malambeó un poco sobre la superficie de madera. No pasó nada y nadie lo vio, por suerte para él. En el lugar se escuchaba una música muy tranquila, jazz, el "pájaro". Y estaba lleno. Había gente sentada y gente parada también. Rono llegó a la barra rápido porque a pesar de todo se podía caminar tranquilamente. Una chica estaba de barman.
- Dáme una Paso de los Toros
- ¿Pomelo?
- No, sin gas sin gas...
La chica ni escuchó a Rono, sacó la Paso de los Toros y se la destapó en la nariz. Pshhh. Rono frunció el labio pero no dijo nada. Le pegó un trago, hizo un buche, alzó la cabeza, hizo una gárgara cortita, de entrenamiento, y tragó la espuma amarga y picante de la Paso de los Toros.
Agarró la botellita y la miró. "Pasou de lous Torousss" pensó moviendo los labios.
Sintió un golpe en la cabeza, un golpecito, y se dio la vuelta para mirar. La chica barman le había tirado la chapita en la cabeza, seguro.
- Me tiraste la chapita.
- ¿Cómo? -se hizo la desentendida la minita.
- Sentí un golpe en la cabeza y me di vuelta y... ¿vos me tiraste la chapita en la cabeza?
- Nnno... qué chapita...
- La de la gaseosa.
- ¿La Paso de los Toros? - preguntó ella. Rono enfrió su mirada.
- No, la Patadalacaaaaammaaaaaa...
Rono perdió los estribos y la chica lo miró extrañada. Luego se empezó a reír. Rono quedó pensando en la frustración de no haber podido articular bien . Pensó que tenía que ver con algo después de su accidente, algo que había quedado mal en su cabeza -ya de por sí deteriorada- y esto lo asustó y lo llenó de pánico. Quería preguntarle al doctor para estar cien por ciento seguro, pero no podía hacer otra cosa que esperar hasta la mañana. Tomó otro sorbo de la botellita e hizo los buches y la gárgara otra vez antes de tragarse la espuma. Advirtió a una mujer que su saco se le había caído, ésta le agradeció con un billete de veinte. Fantástico, pensó Rono. Nunca le había pasado eso. De repente la música se detuvo.
Y empezó otra canción. Estupendo. Rono paseaba por el lugar preguntándose dónde se hallaba realmente, qué bar era aquel, en qué país se encontraba, qué hora era. En fin, todas las conocidas reyertas espirituales tan habituales en él. Esto era producto de su reciente abandono del alcohol. Sí. Una de las tantas cosas que habían cambiado en Rono luego del trágico episodio de Montecarlo: no bebía más alcohol. ¿Cómo era posible esto? Sumado a lo de no poder articular bien cuando se enojaba... Era todo muy raro después de lo que le había pasado. La negrita hablaba bien, el perro había sido nombrado Canciller Honorario de la Organización de las Naciones Unidas [Filial Oeste], el doctor Barbui se comportaba como un padre comprensivo y ayudaba y protegía a Rono hasta en los más insignificantes acontecimientos de su vida regular, lo cual consistía en la totalidad de los acontecimientos de su vida, y a Rono las cosas le parecían muy extrañas por todo esto y por eso quería tener una charla con Barbui y sus científicos, para aclarar cómo se sentía él de raro y cómo veía él raro a todo lo que le rodeaba desde el accidente hasta hoy... Y además ahora-saludó a Michael Jackson que justo pasaba delante suyo- también veía gente muerta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario