20070119

Aventuras de Rono vol.2 [episodio 1]

1. RONO VUELVE

A partir de cierto punto, Rono comenzó a experimentar una extraña sensación. Era algo que jamás había sentido. Le picaba todo el cuerpo y se rascaba frenéticamente. Además se le había hinchado un ojo. Estaba en un hotel tres estrellas de la ciudad de La Habana, en Cuba. Se miró en el espejo del baño. No le gustó lo que vio.
― Maríaaaaaa… ―susurró.

Había llegado a Cuba por error, luego de que la negrita y el perro le perdieran el rastro en el aeropuerto de Lisboa, en Portugal, al regreso de su luna de miel. Rono había bajado del avión para orinar… y el avión despegó sin él al cabo de cuatro minutos.
Ahí en Portugal, una señora se le acercó y le preguntó si era Tom Hanks, el actor. Con una sonrisa vanidosa, Rono contestó que no, que él no era Tom Hanks, pero que siempre lo confundían. La mujer le señaló entonces uno de los grandes televisores que colgaban en lo alto de la Terminal, donde emitían una película con Tom Hanks. Rono se ruborizó y se puso un poco nervioso, buscó algo inexistente en los bolsillos delanteros de su pantalón. Y en ese momento se acordó que debía volver al avión…
… justamente cuando lo veía despegar.
―Laputaquemeparió ¡se me va el avión! ―se desesperó.

Dos horas más tarde, estaba sentado en la oficina del director del Aeropuerto Internacional de Lisboa. Se trataba de un tipo de media estatura, algo calvo, de ojos escondidos tras gruesas gafas y pantalón color bordó.
― ¿Tein pasaporchi? ―preguntó el director
― ¿Cómo? ―se adelantó Rono.
― Siñori, tein que tené pasaporchi al gía pa’ permanenza en aeroporchi ―explicó el director en un portugués medio extraño.
― Tein pasaporchi ―dijo Rono, en un portugués muy serio.
― Entregi eu.
― ¿Cómo? ―se desorientó.
― Tein que entregá pasaprchi eu ―repitió el director.

En ese momento entró un oficial de la marina estadounidense, interrumpió al director con una mano en alto, tomó a Rono del brazo, sacándolo de la oficina. “Perolaputa”, pensó Rono. Todos conocemos la indignación que esto le provoca. El oficial llevó a Rono del brazo por toda la Terminal del aeropuerto de Lisboa, lo metió en un taxi, le indicó al chofer dónde lo tenía que llevar y luego desapareció.
Rono estaba bastante confundido a esta altura. La ciudad de Lisboa está por encima del nivel del mar.
En el taxi, la comunicación con el chofer fue espontáneamente surgiendo a raíz de lo que a Rono se le revelaba en su cerebro. Así, le preguntaba sobre diversos temas, comidas típicas del lugar, los medios de transporte, la densidad de población, lugares para hacerse la manicura, calles famosas, etc. “¿Dónde está la municipalidad?” ―preguntó Rono en un momento. Y como al chofer no parecía importarle, seguía manejando indefinidamente, y por esto, no por otra cosa, Rono comenzó a sospechar que algo raro estaba pasando.
― Algo raro está pasangi ―comentó Rono, distraído mirando por la ventanilla del taxi.
― Es una ciudad muy antigua ―dijo el chofer. Era español.
― No. Yo digo que algo raro pasa, porque, mire: primero, me voy de luna de miel con mi esposa y el choco de mierda, la pasamos bien, fuimos a unas islas en Grecia, después, a la vuelta, me bajo del avión…
― ¿Es recién casado usted?
― Y sí,… porqué me voy a ir de luna de miel sino. Bueno, la cosa es que me bajo del avión porque ya no aguantaba más de las ganas de hacer pis, me entiende, así que me bajo ¡y el avión despega inmediatamente!, laputaquelosparió, y me quedo parado acá en… Las Boas, Tortugal, o como se llame, no sé donde mierda estoy en realidad…
― Lisboa, en Portugal. Pero ¿porqué no hizo pis en el avión? Tienen baños.
― ¿En serio? ―preguntó Rono, alargando el cuello hacia delante.
― Claro que tienen. No son muy cómodos que digamos, pero… Una vez yo me afeité en un avión. Casi me degüello a mí mismo, es el riesgo que uno corre…
― ¡Laputísimamadre! Bueno, entonces después me hacen ir a una oficina, con el director del aeropuerto este…
― No sé porqué me afeité. Nunca me afeito. Menos en un avión… ― seguía el chofer.
―… y ahora viene el otro y me agarra del brazo, me mete acá en este taxi, con usted, que me está llevando no sé adónde… Me parece raro, me parece raro…
Rono movía la cabeza de un lado a otro.
El chofer le indicaba una plaza donde una vez encontró un trébol de cuatro hojas, cuando tenía 17 años.
De repente, detuvo el taxi en medio de una calle desierta y desconocida (?), se apeó y abrió la puerta de Rono. Se movía rápido y resoplaba como un turco. Rono pensó que lo estaban asaltando. “Ay no ―pensó alarmado―. Lo que me faltaba”.
― Tiene que quedarse acá, lo van a venir a buscar ―le dijo el taxista en español neutro.
― ¿Ah, sí? ―respondió aliviado Rono― Putache, ¿y quién me viene a buscar?
― Yo solo obedezco órdenes superiores. Somos del FVY.
― Ahhh…
― No, mentira…
― Ja ha ―se rió Rono―. Ya me parecía, porque no se escribe así…

En ese momento apareció un helicóptero anaranjado y verde, tacatacataca, se posó sobre el asfalto como si fuera un insecto gigante de metal, salieron dos tipos, agarraron a Rono del brazo, lo metieron dentro del aparato, haciéndole extrañas señas y agachándose más de la cuenta bajo la enorme hélice, y se lo llevaron con ellos.

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