20081006

Aventuras de Rono vol.2 [episodio 11]

11. BARBUI VUELVE

Ahora bien, Rono padecía su vieja costumbre de aparecer en lugares. Y desaparecer de otros... al mismo tiempo. No sabemos cómo lo hace, verdaderamente.
Al abandonar Alaska -luego de pasarla muy mal con los extraterrestres y el barman, que lo tomaron a la joda y le hicieron nadar desnudo junto a una foca que era flogger- Rono sintió deseos de partir, sintió una honda amargura por ser quien era, sintió que nada de lo que había hecho, lo que le había dado al mundo, tenía sentido, sintió que se le infectaba el piercing... Y sintió frío, claro, después de lo de la foca... fue terrible eso, no.

Despertó... de una corta siesta que lo había depositado en sueños increíbles. Soñaba que era un médico, que era muy respetado por sus pares, y que trabajaba en el club Independiente Rivadavia. Pero no era el médico del club, por que el club ya tenía uno, si no que se dedicaba a cuidar la utilería del equipo. Lustraba botines, ordenaba las camisetas y los pantalones por número, cosía las medias... Un sueño chotísimo. Apenas lo recordaba cuando despertó, pero lo que recordaba le hizo fruncir el ceño.
- Putamadre los sueños que tengo también -se miraba en el espejo del baño- ¿Para qué mierda me recibo de médico si después voy a andar lustrando zapatos?
- Buotines -le corrigió el perro, que se acercaba a la bañera a orinar.
- Calláte vos laputaqueteparió...
Rono se pasó la mano por el rostro, recorriéndolo sin sacar la mirada del espejo. Murmuraba sin tono algo que le molestaba. ¿Tenía algo en la lengua? No podría decirlo. ¿Y qué era eso en la barbilla? ¿Un grano?
- A esta edad me sale un grano a mí, mecagoendiez.
El perro miró al Rono que veía en el espejo. Pestañeó un par de veces, y luego abandonó el baño sacudiendo la cabeza lentamente en señal de desaprobación.
- Escucháme una cosita vos ¡veníparacálaputadetuhermana! -gritó Rono. El perro se detuvo, fastidiado como Riquelme, y volvió lentamente sobre sus pasos.
- Escucháme una cosita... -Rono pensó un breve instante lo que iba a preguntarle al animal. Se le había olvidado. Luego de casi 35 minutos, continuó- Escucháme una cosita vos... me podés decir adónde mierda estamos ahora, eh... que me despierto acá en... no sé que es esto, un hotel, un barco, la casa de Luis Alberto Spinetta...
- Nuo te preocupues -aseguró desde la cocina el perro- Barbuí estuá en caminuo para explicarnos.
- ¿Cómo "explicarnos"?
- Qué sué yo.
Rono se contempló una vez más en aquél extraño baño, aquél espejo que le devolvía una imagen que él... no había... cometido, un lugar sin nombre, un hombre sin futuro..., una terrible sensación de abandono duplicada por el viejo arte de copiar, como Alicia en "al otro lado del espejo", Rono sentía que algo le comunicaba que nuevamente se vería en condiciones desventajosas... Ése espejo le hablaba. Y le decía la verdad. Entrecerró los ojos y tomó una bocanada de aire. Pero tomó demasiado y se mareó un poco. Tuvo que agarrase un par de segundos del lavamanos para no terminar en el suelo.
- "Explicarnos" -murmuró. Buscaba qué había detrás de la palabra, qué secreto revelaba, la separaba en sílabas, unía con flechas... - "Explicarnos" -repetía, escuchando todavía la pronunciación que le había dado el perro a la palabra. Buscaba en realidad el significado de la palabra. En su vida la había oído antes.

La puerta de la habitación sonó. Pum pum. Dos golpes secos. Rono, todavía con el torso desnudo y mirándose en el espejo, mantenía una conversación consigo mismo acerca de la caída de la bolsa. El perro levantó una oreja y se acercó a la puerta, concentrando su mirada en la ranura de abajo, y luego en el picaporte. Dejó escapar un ladrido corto y grueso. Rono hizo lo mismo, pero con una ventosidad que salió de entre sus nalgas posteriores.
- ¿Qué es eso? -preguntó Rono al perro.
- Un peduo.
- Taqueteparió. Qué es lo que hay detrás de la puerta te pregunto perro tunudo...
- En esuo estuoy.
- En eso estás. Veníparacá laputaqueteparió... -Rono propinó una patada al animal, que no hizo más que mostrarle un poco sus dientes, acostumbrado.
Rono miró la puerta, la ranura, el picaporte.
"Pum pum pum". Volvió a golpear.
- ¿Quién es quién esss? -se apresuró Rono. Luego bajó la voz y miró al perro. Le temblaba el labio.- Golpearon tres veces ahora ¿viste? Aylaputa, mirá si son rusos o algo así, laputamadre qué vamos a hacer, qué nos va a pasar ahoraaa...
Se largó a la cama y se tapaba con la almohada, en evidente estado de shock, sufriendo un colapso. Se puso a llorar.
Mientras, el perro abrió la puerta y entró el doctor Barbuí.
- Sí -dijo Barbuí- ¿Qué le pasa ahora?
- Tiene mieduo -respondió el animal.
Rono luchaba para desenroscar su lengua de la garganta.
- Aaaagggghhhhhh... lagonchadelalooora.
- Cálmese, sí -le tranquilizaba Barbuí.
Rono lloriqueaba. El perro reía. Barbuí mascaba tabaco importado de Garmandia, al sur de la antigua Afganistán, actual Afganistán...
- Tengo que hablar con usted, sí -le decía el doctor, mientras escupía un bolo marrón en el zapato de Rono.
Pero Rono, dado vuelta hacia la pared y en posición fetal, tenía la vista perdida en una flor del empapelado.
Y no podía dejar de chupar el pulgar que tenía dentro de su boca.

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