2. EN EL HOSPITAL (trabajo de parto)
Llevaron a la Negrita a una habitación semi privada en el séptimo piso del edificio. Rono y Nont'gunna se quedaron en la administración llenando formularios y otros papeles de rutina. Pero en unos minutos irían a ver a la mujer de Rono.
El perro entró a la guardia en ese momento. Se hizo a un lado, dejando pasar a una pareja con un bebé recién nacido que abandonaba el hospital. Rono le hizo una seña al animal para que lo viese. El perro lo vió y movió la cola, en clara respuesta a la seña de su amo. Se acercó a la administración e, irguiendose sobre sus patas traseras, puso las delanteras en el pecho de Rono y trataba de llegar con el hocico a su rostro para lamerlo. Rono se fastidió.
-¡Salí de acá, estoy ocupado, no me ves!
- Suí, ocupuado en tus asuntuos de Padrue -contestó el animal - ¿Y qué nuombre le van a poner? -agregó.
Rono le entregó a la enfermera recepcionista los papeles.
-No sé qué nombre. No lo hemos hablado con ella aún -dijo Rono.- Es más, no lo había ni siquiera pensado hasta ahora… Vaya, vaya…
-Puonganlé el mío -dijo el perro.
- Salí de acá, cómo le vamos a poner un nombre de perro a un niño recién nacido, pobrecito mi hijo. Además, vos no tenés ningún nombre que yo sepa… - aseveró Rono. - Creíamos que tenías uno, pero nunca lo supimos en verdad.
- Yuo me llamuo “Tísimamadrequeteremilpariódejáeso”, según el episuodio 2 del volúmen 1, claruo…
- ¡Bahhh! - Rono hizo un ademán de desinterés. - Tengo que hablar con mi esposa para ver qué nombre le ponemos al niño - dijo Rono, y se encaminó con urgencia hasta el ascensor.
Apretó el botón para llamarlo. Pero no venía. La luz en el tablero de números indicaba que se encontraba en el piso 7. El piso donde habían llevado a la Negrita. Rodeó el sector en busca de las escrituras. Perdón, de las escaleras. No las halló por esa parte. Cruzó el ala principal hasta el extremo opuesto. Tampoco aparecían las malditas escaleras. Le preguntó a un hombre que estaba también esperando el ascensor.
-Señor, dispense, ¿podría decirme dónde están las escaleras para subir al séptimo, por favor? Ve, es que mi esposa está ahí, en trabajo de parto, y necesito llegar a verla. No hemos elegido el nombre de nuestro hijo, sabe, y eso me tiene un poco ans…
- ¿Qué clase de idiota es un padre que no le pone nombre a su hijo? - le dijo el hombre -. Por favor. ¿Cómo se llama usted, acaso?
- Rono.
- ¿Rono? ¿Qué clase de idiota lleva ese estúpido nombre? Rono. Parece el nombre que usaría una marca de rulemanes.
- Bueno afloje con lo de idiota también…
- Y dígame, ¿Cómo se llama su esposa?
- Negrita.
- ¿Negrita? ¿Quién puede llamarse así? Parece un nombre de…
Rono abandonó enseguida la conversación con el señor y detuvo a un doctor que iba pasando por ahí. O al menos parecía un doctor, porque llevaba guardapolvo de color azul en vez de caqui. Y además porque se notaba que era médico. Uno como que lo podía leer en su rostro.
-Disculpe, doctor… Whatever, ¿dónde están las escaleras para subir al séptimo piso?
- En el séptimo piso - le contestó- Jajaja.
- No entiendo. Malísimo.
- Jajaja, es una broma. Venga conmigo, por favor, si quiere. Lo llevo donde están “las escaleras” - dijo el médico a Rono, haciendo los ganchitos con los dedos índice y anular en señal de poner comillas a sus palabras. Rono lo siguió, ignorante de la insinuación humorística.
En el séptimo piso, habitación número 2, la Negrita ya había dado a luz espontáneamente. Sola, sin la asistencia de nadie. Ningún miembro del personal del hospital se enteró que había parido hasta varios minutos después. Cuando la fueron a ver, la encontraron amamantando al niño, ya con el cordón umbilical cortado y todo. Nadie pudo saber nunca cómo sucedió esto, primero porque la esposa de Rono se encontraba sola en la habitación. La habían chequeado al trasladarla, pero eso era todo. Estaba estable y amable, no inflamable. Pero es así como se los cuento. Parió sola.
Rono, Nont'gunna y el perro se dirigieron hasta la habitación número 2 del séptimo piso después de haber subido a pie por las escrituras. Perdón, escaleras. Las condenadas escaleras.
-Si hubiese sabido de antemano, usaba mi método de teletransportación para subir hasta acá -dijo Nont'gunna.
Rono lo miró.
-¿Tenés un método de teletransportación dentro tuyo entonces?
-Sí. Y puedo teletransportarme junto a cuatro individuos más -dijo - . Te podría haber traído a vos y a tu perra.
-Perro - corrigió Rono -. Pero… No entiendo. Viste todo lo que pasó, que no venía el ascensor, que buscaba las condenadas “escaleras” - dijo Rono, haciendo el gesto de las comillas pero con los dedos equivocados.- ¿Y subiste conmigo siete pisos, neptuniano?¿Sos pelotudo?
Entraron a la habitación y vieron la escena que narré antes, la Negrita con el bebé en brazos, amamantándolo. Ahora sí que faltaba el nombre del niño.
Rono sintió una emoción tan fuerte que las rodillas amenazaron con dejar de sostenerlo en pie. Se le nubló la vista. Se le adormeció el testículo izquierdo, y su lengua parecía que fuera una mandarina dentro de su boca.
El perro lamió las piernitas del recién nacido, obedeciendo al bautismo canino.
Nont'gunna se acercó a la mujer y le dió un beso y le acarició el pelo. Pero la Negrita no se encontraba ahí. Es decir, “estaba” ahí en cuerpo y forma, pero su mente se hallaba lejos. Tenía la mirada perdida, como cuando se trae a la memoria algún hecho perturbador.
Por otro lado, Rono miró al niño, apartó al perro del lugar, y lo tocó. Le tomó con mucho cuidado la pequeña mano. Era una hermosa criatura. Y tan frágil.
Rono rodeó la cama y se sentó con su esposa y su hijo en ella.
Nont'gunna sacó de inmediato su teléfono celular y tomó varias fotografías. Que luego tendrían un destino inquietante. Pero eso sucede en otro episodio.
Rono, pensando en sus propios padres, dijo:
-Yoleno.
-¿Qué? -Preguntó el perro.
-Yoleno -repitió Rono -Se llama Yoleno. Mi hijo. Yoleno.
-Es un nombre ridículo -dijo Nont'gunna -¿De dónde sacaste ese nombre?
-Mi mamá me lo quería poner a mí, pero mi padre, ebrio, se opuso categóricamente.
-¿Y de dónde sacó tu mamá el nombre Yoleno?
-De Lo Bitle -contestó Rono. Y lloró.
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