11/10/2025

Aventuras de Rono vol. 3 (episodio 21)

 21. LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE RONO 



Personajes 



Rono 


El perro 


El doctor Barbui 



Ubicación: El living comedor de un departamento céntrico 



(Rono, el perro y el doctor Barbui están cómodamente sentados en sillones de arpillera. El perro está durmiendo al lado del hogar, que arde con un solo leño gigante)



-Déjeme decirle algunas cosas antes de comenzar, mi querido amigo. Todo lo que usted ha experimentado durante estos largos años de trayectoria, fueron solamente para llevar a cabo exámenes que nuestro grupo de científicos, y yo mismo, por supuesto, hemos estado tratando de entender el comportamiento humano de un ser tan extraordinario como usted, Rono. Sí. Así es la verdad. Espero que usted pueda comprender en su pequeño cerebro estas cosas, particularmente las dudas y conflictos morales con los que se ha visto involucrado, sí. ¿Tiene usted alguna pregunta para hacerme, alguna duda al respecto, a modo de coda?



Rono se tomó un momento para reflexionar. Luego de 27 minutos dijo:



-¿Qué es una coda? -preguntó.


- Significa “a modo de final” -le respondió el doctor Barbui.


- Ah, ok. Pero, ¿entonces significa que todo ha terminado, que ya no me van a utilizar más para experimentar conmigo y todo eso? ¿Hemos llegado al final?


- Bueno, en parte sí. Ya no lo tendremos que someter a cosas tales como los viajes en el tiempo, las vicisitudes de la vida cotidiana, etcétera. Sí. Todo eso ha terminado. Sí. Pero aún nos falta una pequeña cosa más para concluir con esta increíble historia suya, mi querido amigo, sólo una pequeña cosa más. ¿Está usted preparado para oír de qué se trata?


Rono caviló un segundo o diez.


-Sí -contestó.


- Bueno, está bien entonces. Mire, primero que nada, los científicos y yo hemos estado analizando y observando todo, pero absolutamente todo lo que ha sucedido en estos más de veinte años, todas sus hazañas, todos sus inconvenientes, todas sus excentricidades y demás cosas. Y hemos arreglado que se le va a ofrecer que pueda llevarse consigo algo de cada lugar, de cada época, de cada destino, para que usted atesore en su propiedad, sí. Lo que desee le será otorgado, señor Rono.



El perro despertó y dijo medio adormecido:


-Peduile que te traigan a la Negruita.


- ¡Cállate vos laputamadrequeteparió! -amonestó Rono al can. Pero, luego de un segundo de silencio, consideró pertinente esa idea. Sí, quería a su legítima esposa de vuelta con él. Deseaba, sin saberlo durante este tiempo, que ella volviera a su lado y que pudieran vivir juntos por siempre. Aunque sólo ella pudiera hablar repitiendo la última palabra que uno le decía, quería estar de vuelta en compañía suya, de verdad.


- Bueno, si eso es lo que desea, se pueden hacer los arreglos necesarios para ello. Sí. No creo que hayan inconvenientes. ¿Es eso entonces lo que desea? Porque también se le ha dispuesto una cantidad considerable de dinero para que viva holgadamente por el resto de su vida. Usted, su esposa la Negrita… y, si no me equivoco, el perro también le pertenece si lo quiere llevar con ustedes.



Rono miró al animal, que se arrastraba y movía la cola y entrecerraba los ojos acercándose hacia donde estaba Rono. Y por primera vez en su vida, creía Rono, no tuvo el impulso natural de aplicarle una patada.



-Sí -contestó-. Quiero una casa de 950 metros cuadrados, con tres pisos y con jardín trasero con una piscina bien grande y un amplio quincho con churrasquera para hacer asados, una mesa de billar, la casa con cuatro baños, una sala de juegos, y nueve habitaciones. Ah, y también quiero la guita esa que usted dice que me pueden dar. Y… -pensó Rono un instante-. Y el Batimóvil. Nada más.


- Bueno, claro que todo eso va a llevar algún tiempo en concretarse, usted entiende…


- Sí, no hay drama. Por ahora me puedo quedar en este departamento, ¿o no?


- Claro, sí, seguro. Debería hacer un último llamado telefónico para que eso se pueda arreglar ya mismo.



Y mientras Barbui sacaba el teléfono de su portafolio. A Rono se le ocurrió una última cosa. Tal vez la más importante.


-¡Espere, espere un minuto, doctor! -Exclamó Rono.


- Sí, ¿qué sucede?


- Antes de que haga esa llamada quisiera pedirle una última cosa, un último deseo, si es posible…


- Me intriga usted. Dígame, sí, le escucho.


- ¿Sería posible que le pidiera a los científicos si nos pueden enviar a la Negrita, al perro de mierda este y a mí, a los tres, junto con todo lo que me dijo que me iban a dar, al pasado, a una época especial que tengo ganas de visitar, digo, si es posible, a modo de vacaciones esta vez y no de experimento?


- Mmmh, a ver, ¿qué es lo que tiene en mente?


- Deseo ir a Inglaterra. A los años sesenta del siglo xx. Y deseo conocer en persona a Los Beatles. Quiero hacerme amigo y andar con ellos.


- Bueno, Rono, si eso es lo que desea pedir, no creo que hayan inconvenientes para hacer los arreglos pertinentes. Considérelo algo hecho.



Y así, al final, Rono pudo cumplir con todos sus deseos. Estuvo casi un año y medio en Inglaterra, se hizo muy amigo de John Lennon más que de los otros tres. Asistió a conciertos y a sesiones de grabación, y muchas más cosas que, por primera vez en mucho tiempo, lo dejaron satisfecho y contento.



Cuando regresó de este viaje. Todo estaba dispuesto perfectamente para su nueva vida. La casa era estupenda. Y el dinero no le faltaría nunca más en el resto de su vida.


Así, el doctor Barbui seguía visitando de vez en cuando a su amigo.



Rono, la Negrita y el perro… y el niño que la esposa de Rono llevava en su vientre, vivieron juntos y felices para siempre.




Ah, Nont'gunna, el neptuniano, también se fue a vivir con ellos, era el asistente y el mayordomo de la familia.





*** *** *** Fin *** *** ***

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