11/10/2025

Aventuras de Rono vol. 3 (episodio 17)

 17. RONO VUELVE A SU PAÍS 


Esclarecido el tema del viaje por el espacio exterior, y hasta la breve estadía en la isla de Birmania, a Rono se le pasaron por la mente varias cosas, tales como porqué los científicos habían decidido experimentar con él, las drogas que le habían obligado a tomar, las drogas que había tomado él por su cuenta, el porqué de las infecciones urinarias, la sinusitis, las cabras del establo, porqué las hormigas negras son mucho más grandes que las rojas, el recuerdo de un cuento de Edgar Allan Poe, las siete u ocho maravillas del mundo, no se acordaba bien, la membrana de amianto que cargaba encima, cómo había aprendido a decir palabras el perro, en fin, todas estas cosas y muchas más pensó Rono, tantas que, si se quisieran escribir todas, no alcanzarían abarcar todos los libros de todas las bibliotecas del planeta tierra.


Oh, bueno, eso fue una exageración de mi parte, pero se entiende bien lo que quería decir, ¿no?



Ahora bien, luego de abandonar la isla, Rono se despidió del doctor Barbui y partió con prisa hacia su país, Argentina. Llegó en un vuelo chárter a Buenos Aires a las 6:15 a.m. y se dirigió a la bodega del avión para recoger sus cosas y hacer bajar al perro. Ahí justamente se da cuenta Rono que sus cosas no estaban y que el perro dormía sobre una valija de otra persona.



-¡Bájate de ahí, laputamadre queteparió! -le gritó al animal. El perro bostezó y lo miró desinteresadamente. Rono se calentó, pero quería saber qué había pasado con sus cosas, porqué no estaban en la bodega del avión. Volvió sobre sus pasos e interrogó a una azafata.



-Mire, señorita azafata, se han olvidado de cargar mis cosas, mis pertenencias en la bodega del avión, debe haber habido un error o algo…


La azafata lo observó con cierto temor.


-Señor, espere a que desciendan los demás pasajeros y atenderé su reclamo.


“Putamadre”, pensó Rono. El perro había bajado y estaba a su lado, moviendo la cola y bostezando con ese chillido que emiten los perros al bostezar.


Ahí se le ocurre algo a Rono.



-Vos no te habrás comido nada en la bodega del avión¿no? -le pregunta Rono al can-. Porque no hay otra explicación aparentemente al respecto. ¿Te comiste las cosas que trajimos, sí o no, laputamadrequeteparió?



El perro escondió la cola entre las patas y agachaba la cabeza, con las orejas pegadas al cráneo.



-Yuo no me acuerdo de nuada -dijo el animal, con la particular modulación de su hocico. Rono se lo quedó mirando por un minuto o dos. Luego le aplicó una patadita en las costillas y el perro huyó hacia el interior del aeropuerto. La azafata, que había presenciado todo, le dijo a Rono que iba a averiguar sobre la falta de su equipaje y también se dirigió al aeropuerto.


En eso, Rono observaba a los demás pasajeros que iban descontando por la escalera del avión. Un número importante de periodistas y fotógrafos se le acercaron de golpe y comenzaron a hacer preguntas y a tomarle fotografías. Rono se preguntaba cómo era que sabían que él llegaría en ese avión. Se dispuso a atender a la prensa entonces.



-Hola, hola, sí, es un gusto enorme estar de vuelta en mi país. Han pasado muchas cosas desde la última vez, como ustedes ya deben de saber, espero que…


Alguien, desde atrás de donde estaba Rono hablando con la prensa, le dijo algo.



-Qué hacés, gil. Creo que me vienen a ver a mí. Andá pa’shá, bobo. Tomatelá, BOBO -le dijo. Rono se volteó para mirar al que le hablaba. Casi se muere muerto de un ACV. Era nada más y nada menos que… ¡Lionel Messi! Sí, estaba bajando del avión y por eso la prensa estaba ahí. Una mezcla de vergüenza, pasión, fanatismo y nervios lo invadieron. No pudo hacer nada aparte de hacerse a un costado para que el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos pudiera bajar y hablar con los reporteros. Increíble. Rono no lo podía creer. Se quedó al lado del astro mientras este se abría paso entre las personas que lo apretaban. Entonces a Rono se le ocurrió una de sus ideas características. Pensó: “Ya sé. Voy a fingir que soy miembro de la seguridad personal de Messi”, entonces comenzó a dar voces y apartar gente a un costado, manteniéndose justo al lado de Lionel. Y, aunque todo esto sea un poco difícil de creer, así fue como gracias a la intervención de Rono, el jugador logró llegar rápidamente al interior del aeropuerto, donde lo esperaba su jefe de seguridad personal, el verdadero, y el coche para trasladarlo. Rono se quedó mirando como Lionel Messi se descolgaba su bolso de mano y buscaba algo adentro, mientras subía en la parte trasera del vehículo. Rono lloró.


Pero resultó que el futbolista sacó unos papeles del bolso y, al bajar un poco la ventanilla del auto, le entregó a Rono eso que había sacado. “Gracias por la onda. Hubiera tardado mucho más en llegar hasta acá si no me hubieses ayudado a dispersar a la gente que estaba en el camino. Tomá, BOBO, jajaja”, le dijo a Rono mientras le pasaba por la abertura de la ventanilla los papeles que había sacado recién.



Eran entradas al palco V.I.P. de la cancha de River Plate para el amistoso que jugaría la selección argentina contra Brasil el domingo. 

Rono lloró de nuevo. 

Y el perro también.


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