11/03/2025

Aventuras de Rono vol. 3 (episodio 13)

13. RONO Y EL EXTRATERRESTRE 

Rono intentó de todo para establecer una nueva comunicación con Barbui, excitado por la perspectiva de que lo que se veía por la ventana fuera un alien, una criatura de otro planeta, de otro mundo, un extraterrestre. Y esa perspectiva lo tenía muy asustado y otra vez con el ataque de ansiedad y pánico. Sudaba a mares y estaba a punto de comenzar a llorar, desesperado. Pero no tenía idea de cómo establecer comunicación alguna sin disponer de un dispositivo adecuado para ello. Se le pasó por la cabeza que tal vez podía utilizar la telepatía. Cerró sus ojos y pensó intensamente en el doctor, pero no obtuvo ningún resultado satisfactorio.

Luego de un minuto o diez, la voz de Barbui se oyó en los tres parlantes que habían en la cocina comedor.

-Rono, no tema. Sí. Es posible que se pueda encontrar con vida extraterrestre durante el viaje. Sí. Pero tengo que decirle que todo eso forma parte del nuevo trabajo, el nuevo experimento. No tema en absoluto. Estamos monitoreando desde nuestra propia base en la tierra, en Cabo Cañaveral, Houston, Texas. Y todavía tenemos todo bajo control, sí, no se preocupe ni se alarme. Sea paciente y amigable con los seres que encuentre. Sea hospitalario, atento, buen anfitrión. Invíteles un trago o dos. Haga caso de esto, por favor, sí.

-Pero yo no quiero ser anfitrión de extraterrestres ni tomar nada con ellos. Además¿en qué idioma se supone que me voy a poder comunicar con ellos, eh? No, no, no. Ya está bueno. Quiero que termine el trabajo y el experimento ahora mismo. Quiero irme a mi casa. Quiero volver al planeta tierra ya mismo, doctor. Sáqueme de aquí de inmediato -dijo Rono, convencido de que todo lo que decía no tenía nada de valor y que lo iban a dejar en el espacio exterior hasta que termine el experimento.

-¡Y una mierda! - exclamó, enfurecido.

En eso, se oyó nitidamente unos golpes en la puerta de la cabina. Rono, intrigado, fué a ver de qué se trataba. Flotó hasta la puerta. Y su sorpresa no pudo haber sido mayor al ver que el que golpeó era una criatura de color verde musgo y que llevaba puesta la camiseta de la selección argentina de fútbol. “Guau”, exclamó Rono. Y abrió la puerta de la nave. La criatura hizo un breve ademán de agradecimiento y pasó adentro.

Tenía las facciones del rostro como las de un gato terrestre. Y tres dedos en cada mano. Rono lo miró por 27 segundos. Luego dijo:

-Pase. Adelante. Come in. Chi yaoon. Dieber in. Nushka adent. Veni dentri. Araam phassatt.


El extraterrestre le dijo a Rono en el lenguaje universal de señas que venía a buscar la pelota firmada por Lionel Messi que había encargado a los tripulantes de la anterior misión y que le bordaran la tercera estrella en la camiseta. Que no había querido asustar a Rono ni nada parecido. Y que le aceptaba una invitación a beber algo en el bar de la nave, que le vendría bien un trago o dos. Rono lo miró con los ojos entrecerrados.

-Muy bien -dijo Rono -; y supongo que te querrás quedar hasta las 23 que dan la pelea. Ok dale.

Y los dos se encaminaron en silencio hacia el salón/bar de la nave. Los científicos siempre pensaban en todo a la hora de hacer sus experimentos.

Los dos se sentaron delante de un Jack daniel’s y media docena de corona frías, se mantuvieron en silencio por unas cinco horas, ahi sentados los dos, bebiendo con la mirada perdida en un horizonte inexistente. Luego, se pusieron a conversar, espontáneamente.


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