19. RONO ACCEDE AL PALCO V.I.P.
En el mismísimo instante en que Rono accedió a la lujosa platea del palco exclusivo para celebridades del espectáculo y famosos ex jugadores, dirigentes de los clubes más grandes, mujeres hermosas modelos y algún que otro personaje de la farándula, se sintió bien y mal a la vez. No sabría decir el porqué, pero así se encontraba Rono entre todas esas personas. Por supuesto que sabía quiénes eran algunos de los famosos que se veían ahí, bebiendo tragos largos y comiendo sushi y otras cosas exquisitas así. Pero Rono quería integrarse con esas personas, quería participar de las charlas en grupos de cuatro o cinco personas que hablaban, hacían sociales. Rono caminaba de aquí para allá, escuchando la música que salía a bajo pero nítido volúmen. Música de Jazz era, reconoció Rono. Lo que no reconocia era a nadie para entablar conversación, hacer amistades nuevas, por más superficiales que fueran. Él también quería disfrutar de la suerte de encontrarse en el lugar tan exclusivo. Pero no se le ocurría nada como para mezclarse entre los pequeños grupos de gente famosa, de celebridades muy conocidas. Entonces se le proyectó una idea en su mente: sigilosamente se acercaría y escucharía de qué estaban hablando y, si dado el caso de que él pudiera meter un bocado y ser aceptado a compartir la conversación con la gente, le pareció que eso estaba bien, que podía integrarse aunque él no fuera alguien famoso. Al menos no famoso como aquella gente. Caminó moviéndose despacio, pasando cerca de las personas que hablaban con otras en esos pequeños grupos. De pronto, le llegó el sonido de risas y carcajadas que provenían de unos que estaban charlando y riéndose. Rono se apresuró a acercarse lo suficiente como para que lo notaran. Se trataba de un par de modelos muy hermosas y muy pero muy delgadas, y dos o tres actores que le resultaban familiares a Rono, aunque no habría podido identificar quiénes eran, y también una persona que debía de ser del mundo de la política, por como vestía y hablaba y reía a toda voz.
-Jajjaja, qué increíble lo que sucedió en esa reunión -decía esa persona - . Qué lindo, qué increíble, el tipo sale a comprar el periódico y el gato se lo roba, jajaja jajaja…
-Jajjaja -reian las modelos y los actores - , y reían con ganas, por un rato sólo se oían sus risas.
-Jajjaja, oh, sí, jajaja -rió también Rono sin saber de qué, solo quería participar con ellos -, sí sí, jajaja, ya lo creo; me perdí la parte del medio, pero viendo como se están riendo y divirtiéndose ustedes, adivino que debe de haber sido una anécdota muy humoristica, por la forma en que disfrutan de ustedes mismos, jajaja, me encanta reír a mí también. Me gusta la risa. Hace mover el mundo, ¿no?, oh, sí, sí, estupendo…
Lo observaban a Rono decir todo eso, todavía con sonrisas en la boca.
-Maravillosa anécdota, maravillosa -repitió Rono - . Jajaja, sí.
Y pegó media vuelta y se fue alejando con paso lento, buscando algún otro grupo divertido cómo el que acababa de conocer. Llegó a uno formado sólo por hombres. Gordos. Hombres de negocios grandes, pensó Rono. Se acercó a ellos para escuchar de qué hablaban. Un hombre contaba algo a los demás.
-... Y se llevaron hasta el reloj de oro que me había dejado mi padre. Fue lo que más lamenté.
-Jajjaja -rió Rono - ¿Y se llevaron el reloj que su padre le había regalado? Qué increíble, jajaja, es una cosa de locos. Hoy es una noche muy divertida ¿no les parece, sí? Jajaja.
El que estaba al lado del hombre le dijo a Rono:
-El diputado Cairone nos estaba contando de la vez que le robaron. ¿De qué demonios se ríe?
-¿De qué demonios me río, jajaja? Humm, dispense -dijo Rono- y se alejó de ahí.
El juego estaba por comenzar.
Y Rono lloró. Otra vez.
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