Las que lo pudieron despertar, esas muchachas robustas, enfermeras especiales, lograron algo que nunca antes se había podido lograr. La ciencia había dormido a Rono por casi cinco años. Lo habían congelado en un cilindro celeste por razones que aún hoy se ignoran. Y fueron las poderosas enfermeras, todas vestidas de azul noche, las que lo consiguieron devolver a la vida. Rono tardó un rato igual en recobrar sus facultades. Primero tenían que asegurarse de que todos sus signos vitales respondían bien.
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