20110314

Aventuras de Rono vol.2 [episodio 20 parte 2]

20. RONO EN LAS VEGAS

- ¡Se movió, se movió! -gritó Rono despertándose como de una pesadilla. Pero no, no era un sueño. Era la realidad.

Rono estaba en Las Vegas, Nevada, jugando en un casino. Se estaba tomando un Jack Daniel's con soda. Era el tercero ya. Y eran las 9.45 am. El choco le daba consejos sobre las cartas que tenía y las que debía jugar o no. Rono cada tanto le metía una buena patada, pero el perrito insistía en volver y ponerse a leerle las cartas. Acostumbrados los dos al ambiente de un casino -Rono conoció a su esposa la Negrita en un casino, antes de que lo secuestraran erróneamente y de que viajara al pasado a la época de cristo y demás cosas... - Decía que acostumbrados ambos al ambiente lujurioso y patéticamente sobreiluminado de los casinos, el perro y él se sentían a gusto y se conducían con la fortachona e universal naturalidad que el creador nos dio. Afuera en el desierto de Nevada llovía como en febrero en Mendoza.

- Puoker -dijo el perro.
- ¡Callátelaputaqueteparió! -le contestó Rono torciendo el labio y hablándole así como de costado... Malísimo le salió esa. Malísimo. Entonces se calentó mal, dejó las cartas a la mierda y se largó inmediatamente de la mesa con la cara ya medio anestesiada por el alcohol. Ya se alejaba caminando... cuando vio la ruleta. Aylamierda. El perro se detuvo y movió la cola haciendo un claro signo negativo. Luego, y sólo para hacerlo sufrir a Rono, el perro le animó a que jugara, le sugirió como que era solo una pelotita blanca y chota y que giraba estúpidamente en una semiesfera hueca coronada en su base por una serie correlativa de números de color rojo y negro, que pocas veces uno perdía, que él -el perro- le atraería una suerte en jugo de frutas con vodka y quepúm quepán... 
Ok now, Rono jugando a la ruleta entonces...

- Sus apuestas por favor -dijo con voz serena pero firme el crupier.
- ¡38! -dijo el perro. 
Rono lo miró de reojo, serio.
- No va máaas! -subió un tono el crupier pero su voz seguía siendo aún still firme.

La pelotita blanca rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr rodaba sacudiéndose como si cada dos o tres casillas de números le descargaran unos 220 v de energía... rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr tacatacatac..

- Negro el 39 -dijo el crupier luego de cerciorar ante todos dónde había caíado la puta pelotita.
- ¡No pará si yo vi gue se movió, pará , pará un poco... eh... cheee... qué mierda les pasa a todos, eh? -Rono quería encender una polémica. Además estaba muy muy mamado. Estaba partido en 11 para decirlo en claro-; no van a dejar gue éste coso nos tome así el pelo eh?
- Qué se movió, señor? -se escucharon algunos murmullos a lo largo de la mesa.
- El egue. -dijo Rono tratando de sostener la mirada del crupier.
- Cómo dice?
- De quién es este perro? -preguntó alguien.
- Tsunami -balbuceó Rono.
- ¡Saquen a este animal de la sala, por favor! -pidió oficialmente un fornido hombre de traje púrpura.
- El tsunami movió el egue 10 centímerros en Japón... El perrodemierrrdaése es mío, tsunami... tsunamigo mío...
- Por Favor, que alguien separe a este individuo -escuchó Rono en inglés.
- ¡Wattafack you fáckingfáck...! -dijo Rono inexplicablemente.
El perro subía la uña del medio de su pata delantera izquierda y se lamía los testículos. Se armó un quilombito. Rono que gritaba, el perro meó en la cartera de una minita, volaron un par de manos por ahí. Rono recibió una en su ojo derecho.
- ¡AylapuuuutaPARÁAAAAAAAAA! Páren, páren, páren, pará... me hicieron mierda el ojo, para...
- ¡Sáquenlo! -se escuchó por último. Y Rono con el perro fueron sacados fuera del hotel, bajo la lluvia de febrero en Mendoza...
De repente -cuándo no- se escuchó un ruido sordo que crecía en lo distante. Como una explosión o una... caravana de gitanos.

- Explotó el mundo! -exclamó desesperado Rono- Laputaquelosparió chocooo! ¡Te lo dije! ¡Explotó a la bosta el mundo!

Pero se trataba in fact de la nave de Barbui que había descendido a unos pocos metros, levantando una leve polvareda.

- Sí. -dijo Barbui.
- ¿Qué pasó? -preguntó Rono agarrándose la panza como si le hubieran pegado un tiro. - ¿Qué ha pasado, dígamelo?
- Sí. Nada. Sí. Lo han echado otra vez de un casino, esta vez en la ciudad de los casinos, por ebriedad y disturbios. Sí.
- Fue culpa de éste -levantó la mano como para darle una bofetada al perro con el inverso de la palma. - Laputaquetepariómirá...
No pasa nada, el perro lo mira a Rono y le mueve la cola nomás.

El doctor Barbui cerró la cápsula de la nave, reprendiendo a Rono por lo que había sucedido en el casino. E inmediatamente después, soltó un sonoro pedo.


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